lunes, 21 de mayo de 2012

EN HORAS BAJAS

Mi periplo por Plymouth no está resultando tan satisfactorio como pensaba,debido  a una serie de circunstancias ajenas a mi voluntad.Mi nuevo trabajo,sin resultar duro,me absorbe por completo, y tengo la sensación de no poder escapar de sus garras en todo el día.Mi vida se resume en trabajar  y pasar mi escaso tiempo libre descubriendo mi nueva ciudad,tan diferente a todo lo que experimenté en suelo escocés.Una ciudad con mayúsculas,es una experiencia ajena a mí,en suelo británico.He pasado demasiado tiempo lejos de atascos,coches,ruidos y todo lo que provenga de una ciudad, y ahora tengo que cambiar el chip,a marchas forzadas,si quiero sobrevivir en la ¨urbe¨.Mi bici está recluida en un rincón de mi habitación , a la espera de tiempos mejores,que seguro que vendrán.
Después de mi experiencia en Liverpool,no termino de adaptarme a la vida urbana en toda su dimensión,así que mi próximo destino será un lugar de dimensiones más modestas y más apto para la práctica de deportes ¨outdoor¨.La rutina de una ciudad no me hace feliz,mi espíritu necesita otro tipo de alimento,que no se encuentra entre miles de personas y suelos de alquitrán.
La llamada de un mundo más natural,más primitivo,resuena en mi interior cada vez con más fuerza.En mi mente habita la idea de encontrar un lugar idílico y poco transformado por la mano del hombre,nada que ver con este mundo de asfalto y consumismo de Plymouth.
Cuando mi estado de ánimo fluctúa entre la depresión y el abatimiento,es señal de que algo no va bien, y de que un cambio de aires es necesario.
Analizando posibles destinos futuros,llego a la conclusión de que Escocia se cruzará inevitablemente en mi camino,una vez más,para devolverme a la senda  de la felicidad.A no ser que se produzca un giro inesperado en poco tiempo,todo es posible.El ser humano es cambiante, y lo que hoy es negro,mañana puede ser un blanco cegador.
De mi experiencia vital en el reino unido,guardo en mi memoria con especial cariño ,dos lugares que han quedado grabados en mi retina para siempre.Mi querida isla de Guernsey,en las islas del canal,ocupa un lugar preeminente en mi recuerdo.Sus playas,sus acantilados,su clima benévolo,sus gentes hospitalarias,su peculiar moneda,sus impuestos,sus costumbres y su red de tortuosas carreteras,que recorrí cientos de veces en mi bici,invitan a un reencuentro,tras 4 años de ausencia.
Y por supuesto,mi añorado Aviemore,rincón norteño de las Highlands escocesas,pueblo que vive volcado en el turismo de deportes de aventura y de montaña.Una especie de paraíso,de ¨tierra prometida¨ para mí.En sus lejanas tierras,encontré ese difícil equilibrio entre un trabajo a veces agotador, y un amplio margen de tiempo libre para explorar un basto territorio,en bici,corriendo, y a pie.Pénsandolo bien,aún tengo cuentas pendientes en ese lugar,tan familiar para mí.Rutas inexploradas,nuevos retos,aventuras venideras ,se quedaron en el tintero dos años atrás.Quizás ha llegado el momento de cerrar el círculo.De saldar cuentas pendientes.La inmensidad de las Highlands aguarda en el horizonte ( y mi bici tambien aguarda impaciente,la llegada de su momento).
Sentado en la orilla del puerto,mi estado anímico ha mejorado de forma sustancial,a mi mente vienen pensamientos que me llenan de energía y motivación.La hora del cambio está cercana.Mientras tanto,dos destinos conocidos,que me hicieron difrutar de lo lindo,vuelven a adueñarse de mí.Uno de los dos,con un poco de suerte,me espera.
Estoy en horas bajas,definitivamente.Por poco tiempo,I hope so.The suffer is gone.
SEE YOU ON THE TRACKS

domingo, 13 de mayo de 2012

EN MANOS DEL DESTINO

A veces,la vida nos lleva por caminos recónditos,que nosotros mismos ignoramos.Lo que ansiamos con todas nuestras fuerzas,no llega  a buen puerto,y cuando se nos presenta la ocasión que tanto hemos perseguido,normalmente,perdemos el interés.La suerte es caprichosa,y sonríe a su antojo,no cuando nosotros queremos.En mis últimos dias en Escocia,sufrí una especie de sindrome de Estocolmo,llegando a saborear con inusitado fervor ,momentos de estrés y de agobio,que en circunstancias normales,me habrían sumido en un estado de angustia.Supongo que el hecho de saber que abandonaba ese tétrico lugar en medio de la nada,me liberaba de toda presión y sentido de la responsabilidad.Inconscientemente,me aferraba con fuerza al cálido abrazo de lo conocido,que por malo que fuera,se había convertido en un ejercicio rutinario y previsible.Mi translado a la vieja inglaterra estaba cercano,y conforme se acercaba el momento,un aroma de incertidumbre impregnaba mi pensamiento.La excitación de los primeros momentos dio paso a una inquietud creciente.Es el miedo a lo desconocido, a lo nuevo,a lo extraño.Una vez más ,me hallaba en manos del destino.
Cambiar un pequeño hotel,en medio de ninguna parte,al lado de un plácido lago,al que se accede por una accidentada carretera de un solo sentido; por una gran urbe cercana al medio millón de habitantes,repleta de tráfico y de ruido,no es tarea fácil.
Cuando ¨aterricé¨  en Liverpool,choqué de bruces con la realidad.La muchedumbre y la cantidad  ingente de coches,me despertaron de mi idílico sueño.Desde ese preciso instante,asumí que no es el  lugar ideal para mí.Nunca he sido un urbanita, y despúes de vivir una larga temporada en Escocia,en las Highlands,menos aún.
A los pocos días de mi llegada a la ciudad de los Beatles,me surguió la posibilidad de regresar  a mi añorado Aviemore.Pero, por desgracia, tenía que esperar dos semanas para confirmarlo,sin la certeza absoluta de ello.Demasiado tiempo para mí.Mis paseos en bici por Liverpool,se convirtieron en una sucesión de  semáforos,atascos,pitidos y estrés en dosis elevadas.Imposible de asimilar por este ser humano  de hábitos rurales y tranquilos.Mis días en la gran ciudad,estaban contados.
De nuevo,urgía un cambio de aires,en busca de un sitio más ¨habitable¨.Aviemore se cruzó en mi camino en el momento equivocado,cosas del destino,que no quiso que nos reencontraramos.Una pena,que me hizo caer en la añoranza de tiempos no tan lejanos.
La única opción consistente que tenía, era emigrar al sur de inglaterra,al extremo más occidental,concretamente  a Plymouth,donde  un amigo y un puesto de trabajo esperan,algo es algo.De nuevo,una ciudad aguardaba mi llegada,en este caso más pequeña que Liverpool, y con más posibilidades de usar la bici.Mi fiel compañera descansa, embalada entre plásticos y cinta adhesiva, a la espera de mis primeros quilómetros por el suroeste británico.Confío en que pueda disfrutar de ella,en un ambiente algo más relajado,y que cumpla una vez más su papel de evasión,deportivo, y de medio de transporte.La idea de nuevas rutas y descubrimientos a lomos de mi bici,mantiene mi estado anímico en niveles aceptables.
Mis últimas horas en la urbe,se tiñen de impaciencia,ansioso por llegar cuanto antes a mi nuevo punto de partida.Atenazado por el miedo y la fatiga,soy incapaz de conciliar el sueño.Un largo viaje en autobús (más de 9 horas) me conducirá a Plymouth,donde mi espíritu de supervivencia,tendrá que pasar una dura prueba, y van...
Ojalá que todo el sufrimiento que padezca ,sea fruto de pedalear sin pausa por nuevos horizontes y hacer rutas de gran dureza por parajes inolvidables.
De ser así,me sentiré muy afortunado,en este mundo mutable que vivimos.Aunque no depende de mí,está en manos de un dios superior de naturaleza indescifrable.En manos del destino.



SEE YOU ON THE TRACKS

sábado, 5 de mayo de 2012

SOBREVIVIENDO AL CAOS

Después de más de un año en España,he decidido emigrar de nuevo a Escocia,que se ha convertido en una especie de 'segunda patria', a mi pesar.
Me he acostumbrado mal a la comida,al clima y a la forma de vida hispanas,por lo que mi vuelta al reino unido ha sido especialmente dura.
Para empezar,llego a mi nuevo "hogar" ,y lo que encuentro me sume en un estado de shock,que se prolongó más de una semana.
El destino me ha colocado en un pequeño alojamiento hostelero,al oeste de Escocia,a 16 km del pueblo más cercano y a 6,5 km de la parada de bus más próxima.Viajar a cualquier sitio supone una odisea de un alcance inimaginable.
A veces me siento como un recluso en una prisión de máxima seguridad,en mitad del desierto más inhóspito del planeta.Aunque en este caso,el desierto es un lago y un paisaje de un verdor insultante ( un alivio).
El lago Awe,se encuentra en el oeste escocés y es el de mayor longuitud del pais ( unos 40 km).Todo un paraiso para los amantes de la pesca ( el salmón y la trucha abundan en sus gélidas aguas).La carretera que circunda este gigantesco mar de agua dulce es una estrechísima sucesión de curvas y peraltes,con un asfalto deteriorado,que contribuye aún más a darle un aire desolador a la zona.
Una vez superada la fase de adaptación,mi fiel bicicleta me saca del ostracismo,para explorar esta región  de las West Highlands.El Loch Awe invita al relax y a indagar en toda su circunferencia.
La soledad es a veces tan brutal,que abruma.En 40 km,recorriendo toda su cara sur,no encontré ningún pueblo,digno de ser llamado como tal.Tan solo un par de "villages" ,con una cabina de teléfono y un buzón de correos ( eso,para los nativos,ya es un pueblo !!! ).
Hasta la fecha,mi ruta más larga ha sido a Oban,un pueblo pesquero,en la costa oeste,que me ha supuesto 110 km de esfuerzo.La primera escapada a la "urbe" ( Oban es la capital del distrito de Argyll and Bute,con 8000 habitantes !!!!!!!! ) resultó muy trabajosa,debido a la persisitente lluvia  ,que no dejó de incordiarme en todo el camino.Estaba claro que los elementos no me lo iban a poner nada fácil.
Llegué a Oban empapado y dando unos tiritones de miedo.El clima escocés me dio su bienvenida a este rincón de las Highlands,a su manera.
Lo que en condiciones normales sería un paseo rutinario,aquí se convierte en una aventura.
La bici me sirve como vía de escape,ante el caos que veo a mi alrededor.Jamás he estado inmerso en un lugar de trabajo tan imprevisible y caótico,donde la normalidad brilla por su ausencia.Pero aparte de su
labor de desconexión  y su vertiente deportiva,en estas circunstancias,mi bici se convierte en un medio de transporte esencial.
Si necesito ir a una oficina de correos,a comprar comida,o cualquier otra cosa,mi fiel aliada me permite no depender de favores ajenos,que tan poco me gustan.Sin ir más lejos,estoy escribiendo estas líneas desde el tren,camino de Glasgow.Tengo que hacer un par de gestiones,sin demora.Menos mal que un vehículo a dos ruedas espera impaciente mi llegada a la estación de Dalmally,atada a un poste,para " conducirme " de regreso al   "hogar",en la inquietante soledad de la noche.En gran medida ,gracias a ella,puedo sobrevivir al caos que me rodea.
Con la mente puesta en cambiar de aires lo antes posible,aprovecharé mi segundo día libre para seguir explorando el lago Awe,a lomos de mi fiel amiga.Sobreviviendo al caos.

SEE YOU ON THE TRACKS