Hoy he vuelto a tener un día "difícil", de mucho trabajo y estrés, como es habitual.La temporada ya ha empezado, y no da tregua.Aviemore es un destino turístico de primer orden, especialmente en estas fechas.A pesar de las dimensiones del pueblo, su oferta hotelera es más que llamativa.
El parque nacional de las Cairngorms atrae a una cantidad ingente de excursionistas y montañeros,deseosos de disfrutar de este entorno maravilloso.
Lo que para ellos supone relajación y bienestar, para mí supone una carga de trabajo brutal.El cansancio físico se mezcla con el mental, en una especie de "cocktail" explosivo.Pero lo que manda es la mente, y si el aspecto mental funciona, el físico tambien lo hace, aunque la fatiga se apodere de mí.
Después de varios días de sesiones de running intensas, algunas de ellas de más de 90 minutos,el sentido común aconseja parar y tomarse la tarde de asueto.Quedarse recluido en la habitación, en plan contemplativo,sin más.
La fatiga ha llamado a mi puerta, y el único remedio para combatirla es simplemente huir de cualquier actividad intensa ( como a mí me gusta).Sin embargo,siguiendo el razonamiento anterior, mi mente pide escapar de la rutina, evadirme de esta realidad con otra sesión de running.Ni corto ni perezoso, me calzo mis zapatillas y me dirijo al campo de golf, para recorrer el sendero que emergue paralelo al río.
La tarde se ha presentado gris,con una ligera lluvia que hace el ambiente aún más mágico.Las minúsculas gotas de agua chocan contra mi cara, transmitiendo una sensación de frescor increible.No es cuestión de dejarse vencer por la fatiga,me autoconvenzo.
Las piernas pesan como el plomo,el ritmo no es del todo alegre, pero la lucha interna entre la fatiga y mi obstinación, me da como absoluto vencedor,sin duda alguna.
Poner mi cuerpo al límite es una especie de purificación interior, que me aleja de los pensamientos negativos,definitivamente.Y si la lluvia me acompaña,entonces la combinación se me antoja perfecta.Existe,aunque resulte paradójico,una extraña complicidad entre mi nivel de fatiga y mi estado de ánimo.Cuanto más estresado estoy y más cansado me encuentro,más necesito sentir ese dulce abrazo del entorno natural y de la soledad absoluta, que me proporciona una buena sesión de running montañero.
Una vez más, la mente ganó la batalla al físico, y que así sea.
Destrozado por el esfuerzo, regreso a casa con una sonrisa radiante y con mi ilusión por todo lo alto.
Las piernas duelen,pero la sonrisa del alma permanecerá en mí el resto del día.Mañana me espera otra jornada durísima,llena de sinsabores, pero hoy me ido a la cama con una sensación de bienestar impagable.
Una extraña complicidad que no puedo explicar con palabras,tan sólo con hechos.
La fatiga seguirá agazapada,esperando cualquier momento de debilidad,pero no se lo voy a poner nada fácil, que conste.
SEE YOU ON THE TRACKS !
viernes, 13 de junio de 2014
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